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martes, 13 de mayo de 2014

MARATON DE MADRID 2014 – Y VAN TRES…


 
Impulsado por el cambio de recorrido que proponen los organizadores del Maratón de Madrid, la tentación de volver a participar, corriendo cerca de casa, etc…hizo que me apuntara a mi tercera Maratón de Madrid, sin pensar en exceso en el cansancio que tendría acumulado en mis piernas tras correr el Maratón de Londres tan solo 13 días antes.

Con este antecedente, junto con el miedo o respeto que me ocasiona correr una maratón tan dura como es Madrid, mi objetivo y planteamiento de la carrera era simplemente poder acabar sin agobios y sin lesionarme.

Correr el décimo maratón de tu vida después de seis años enfrentado a esa distancia podría considerarse una buena ocasión para jugársela a fondo, pero es tanto el respeto que se le tiene a la distancia que lo que uno quisiera es salir huyendo pretextando cualquier cosa, qué sé yo, que se te ha olvidado la gorra, que tienes que comprar el pan o el regalo del día de la madre, y cosas así. O que tienes una rodilla echada a perder, por decir algo: las lesiones de rodilla son muy socorridas en estos tiempos de andar de rodillas.

Lo que pasa es que nadie te creería, y entonces te toca correr. Quedas con Peri, y al fin y al cabo sales y enfilas la Castellana en medio de un pelotón en el que se han colado centenares de runners (como dicen ellos) que van a un ritmo descaradamente inferior al del cajón de donde han salido, de modo que toca aguantarse y esperar a que se vaya aclarando el panorama.

El día amaneció soleado y con una temperatura máxima de 19-20ºC. Ideal para correr, e incluso algo excesivo el calor, pero para lo que había hecho hace unos días, pues muy bien.

Habían retrasado unos cientos de metros la salida con respecto a otros años (Cibeles frente a Colon) y habían organizado la salida de los corredores de 10 km – unos 7.000- a las 8:30, por lo que “solo” saldríamos unos 22.000.

Lamentablemente, no había separación entre corredores de media maratón y maratón, por lo que los primeros kilómetros fuimos algo más apretados.

A pesar de mi planning conservador, Perico quería forzar un poco el ritmo. Se sentía con fuerzas. Seguro de sí mismo. Se había preparado específicamente para este maratón, por lo que los primeros kilómetros de ligera subida por toda la Castellana, hasta el kilómetro 6, fuimos a un ritmo superior al previsto.

El público, inexistente, y los pocos que había eran simples espectadores. Nada de animación. Igualito, igualito que en Londres….ya sé que no se debe comparar, pero es que es inevitable!!

 
 

Tras saludar a todos los familiares involucrados en la maratón, padres, suegros y familia, que estaban en los primeros 6 km, empezamos la parte “fácil”, bajando por Castellana y Bravo Murillo, hasta llegar a la Glorieta de Cuatro Caminos. En esta ocasión, tomaríamos el puente de Joaquín Costa en sentido inverso al resto de los años.

Habíamos aumentado el ritmo y Peri iba muy cómodo y animado. Yo por mi parte iba con molestias en el cuádriceps desde el km 3, y deseando que el ritmo fuera más tranquilo, pero Peri tiraba de mí sin piedad. En ocasiones, hasta me descolgaba un par de metros.

Pronto, llegamos a la zona céntrica, gran bajada por San Bernardo, inclusa demasiada inclinación hacia abajo, donde los cuádriceps se quejan en gran medida, “pequeña” subida por Gran Vía, y bajada por Preciados para llegar a Sol.

Ahí, oigo la música, veo algo de público y me animo a correr. Era el km 19, con mucho cansancio, pero me da un subidón. Peri me comenta que “ha despertado la bestia”. Llevaba un kilómetro sin hablarme, por lo que le pregunto qué tal va, y me comenta que empieza a estar algo cansado. Pasamos la media maratón, 7 minutos por debajo de mi anterior Maratón de Madrid. Teníamos un gran margen para regular y poder hacer una buena carrera.

Siempre me ha entrado la duda en las maratones de si correr de menos a más o de más a menos. En esta ocasión, habíamos ido fuerte. Seriamos capaces de mantenerlo o lo pagaríamos en la segunda mitad?

Tras llegar al km 26, entramos en la Casa de Campo, donde daban un gel energético para afrontar la segunda parte de la carrera. Las primeras cuestas se empiezan a notar en las piernas, pero vamos a buen ritmo. Este año sólo correremos 4km por la Casa de Campo (frente a los 8km de ediciones anteriores), por lo que mentalmente estamos mejor preparados. La subida de la salida de la Casa de Campo por la Puerta del Angel no la recordaba tan fuerte…además, empieza a apretar el calor. Quedaban 12 km y ya se oían gritos de que ya está  acabado la maratón. Y posiblemente sí, pero ahora venía la parte más dura. Ocho de esos 12 km eran picando hacia arriba, y con el cansancio acumulado, iba a ser duro, muy duro.

Llegamos sobre el km 34,el famoso muro, y nos animamos para poder seguir aguantando. Le grité a Peri que llevaba 34 km sufriendo y aguantando y que ahora era él, el que tenía que sufrir y aguantar. Empezábamos a estar tocados. Subiendo ya hacia Atocha, km 37, Perime hace un amago de pararse. Le animo a que siga. Aguanta otro medio kilómetro. Me dice que siga, que yo voy bien, que nos veremos en meta. Sigo a mi ritmo cansino la subida, sin fuerzas para rebatirle. Al menos ha sido la distancia más larga que he corrido con él en una maratón. Sólo le falta un puntito más.

En realidad, si yo no hubiese corrido con Peri hasta ese km, probablemente hubiera abandonado, o seguido pero a un ritmo tremendamente más tranquilo. Tenía las piernas muy agarrotadas, pero la fortaleza mental que me ha dado el realizar un Ironman y la experiencia de las otras 9 maratones, hacían que yo siguiese corriendo. A mi ritmo.

Adelanto ya a muchísimos corredores que no podían con el sufrimiento de estos últimos km.

Al llegar a Atocha, quedaban 4km, 4 km de un recorrido nuevo, donde casi 3 km eran de subida “ligera” hasta Colon, atravesando Goya y llegar a la Plaza del Marqués de Salamanca. Se hicieron largos. Largos y duros. Había bastante más animación de gente. Gente que veía el sufrimiento en nuestras caras y nos daban ánimos para seguir, para alcanzar la meta, para alcanzar la gloria.

El ultimo kilometro aprieto los dientes, y sin querer miras el crono. Sabes que vas a bajar tu marca en Madrid en 10 minutos. Toda una proeza, tan solo 2 semanas después de Londres.

Llegas muy contento y a la vez, muy cansado. Pero feliz del reto logrado.

Alcanzar las 10 maratones que me había propuesto hace tiempo, pero faltándome una Major como Boston, o 2 si incluimos a la nueva incorporación, Tokio, creo que fácilmente doblaré mi objetivo y colgaré las zapatillas más bien cercano a los 20 maratones. O no?

 

CONCLUSIONES AL NUEVO RECORRIDO

Que ya entiendo que Madrid es así, y que el que no lo conoce flipa de la de toboganes, cuestas pronunciadas, bajadas de las que duelen los cuadríceps y ese largo tramo final para arriba que te vas encontrando por el camino. En cuanto al nuevo recorrido de MAPOMA, es muy similar en dureza. Mucho. Y aparentemente es más fácil, pero no.

 A mí personalmente me pareció que llegas más tocado que antes a Virgen del puerto - Paseo imperial, pero tres kilómetros antes. Y la subida por tanto desde el río se hace tres kilómetros antes, y más larga. Llegar a Atocha y que aún sea el 37 mentalmente duele. Antes tenías el Retiro a tiro de piedra! En cualquier caso tampoco hay que darle más vueltas. Madrid es Madrid y no puede ser llano. Es cierto que se abriría el abanico de posibilidades de hacer un maratón más amable si acabara en la Casa de Campo en vez de Retiro, pero eliminar las cuestas, hasta que no vuelva Gallardón con la tuneladora, imposible.