Cuando comencé
allá en el 2009 mi primera Major, la de Nueva York, el circuito se componía de
5 Maratones, de ahí el nombre de mi blog – five Mayors Marathons. Correr las 5
grandes maratones del mundo se convirtió en mi objetico. Entre tanto, los
organizadores del circuito, incluyeron una nueva Major, la de Tokio. Quedó ahí en
mi mente, pero sin querer ir a correrla. Y finalicé mi 5 Major, en Boston, en
Abril 2015. Desde entonces, en mi cabeza había una lucha de si correr o no esa
sexta Major. Toki está muy lejos, suponía mucho dinero y esfuerzo llegar hasta allí….
Y por fin, en 2019,
me decidí a ir y apuntarme. Una carrera donde las inscripciones por sorteo con
casi imposibles, por lo que había que ir por agencia. Me inscribí con
marathinez, y con la excusa de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, me apunté a
correr ese año.
Como todos
sabemos, el 2020 fue el inicio de la pandemia, en marzo, justo cuando se celebra
el maratón de Tokio. Dudas y mas dudas, pero finalmente cancelaron la maratón a
1 semana de partir. La agencia dio opción a realizar el viaje, aunque no se
corriera, o dejarlo para 2021. Yo opté por la segunda opción.
En 2021, nueva
cancelación, y en 2022, solo pudieron correr los locales y los profesionales. Nada
de extranjeros. Total, que, por fin en 2023, y tras 4 años de espera, llegaba
mi oportunidad de poder correr Tokio y completar un ciclo. Conseguir el medallón
de los 6 Majors.
Esos 4 años de espera se hicieron largos. De hecho, fui sin casi ilusión, y con las dificultades que hay ahora para viajar, y los impedimentos e historias que hay que hacer para poder correr un maratón. Vacunación de 3 dosis para entrar al país, múltiplos códigos QR para enseñar a la entrada del país, aduanas, etc.…
Para la maratón,
app dedicada, donde había que subir la temperatura corporal desde 8 días antes
de la carrera. 2 test de antígenos los dos días previos a la maratón, y entrada
a los cajones de la carrera con móvil en la mano y enseñando tu código QR donde
todo indique que has seguido los anteriormente mencionados protocolos. Un rollo.
Tedioso, y sobre todo, que va añadiendo tensión a lo que ya de por si, te da
correr un maratón.
Si a todos
ello le añades un viaje de casi 24 horas, pues han eliminado el vuelo directo
que existía antes desde Madrid Tokio, y con el jet lag, pues te sale una
combinación excelente para estar hasta el gorro las horas previas a la carrera.
A todo ello me
enfrenté y lo superé, y afortunadamente, todo fue bien y sin contratiempos, y el
día de la carrera, amanecio fresco, y nublado. Unas condiciones optimas para
mí, por lo que lo que es la carrera en sí, pintaba bien.
Estábamos alojados
en el Hotel Keio Plaza, justo enfrente del inicio de la carrera. Mi habitación,
en la planta 27, tenia una vista espectacular de la salida. Grabarla desde allí
fue todo un lujo.
Para el acceso
a los cajones, algo de lio, sube, baja de escaleras, algo de embotellamiento,
pero finalmente, un grupo de españoles nos encontrábamos listos para comenzar
la carrera.
Se sale rápido.
Creo que los japoneses se preparan muy bien y al ser tan delgados, son
excelentes corredores. Cierto desnivel favorable, hace que la velocidad de los
primeros kilómetros sea rápida. Excesivos giros cerrados, y recorriendo muchos
más metros de los ideales por tantos giros amplios en los primeros kilómetros,
dende es imposible coger la línea ideal. Línea que no estaba pintada, por lo
que tampoco sabias hacia done iba a girar la carrera.
Los avituallamientos,
amplios, largos. En ocasiones por ambos lados. Otros, solo por la izquierda,
pero muy largos, sin agobios. En principio, cada dorsal llevaba indicado en que
puesto de avituallamiento debías coger agua, en la realidad, los típicos
empujones y peligrosos cierres de trayectoria que se producen al llegar a la primera
mesa con agua…
Pronto se
llega a la media maratón. Bien, en mi media de las últimas carreras – 1h53 –
debo aguantar al menos hasta el km 30 o 32 a estos ritmos y luego me dejaré
llevar.
Es mi cuarta maratón
en 5 semanas, y mis piernas van cargadas. Pero sobre todo, noto molestias en
los abductores e isquios. No quiero forzar. Tengo muchas otras maratones en los
próximos meses, por lo que debo evitar romperme. Arriesgo lo justo.
El paso por el
km 30, ya me indica, que, salvo sorpresa, estaré por debajo de las 4 horas, mi
objetivo aquí.
Veo indicaciones
de los baños, tampoco me fijo mucho, pues yo no suelo necesitarlos, pero luego
me enteraré que cuando ponía carteles 600 metros, no era en la dirección de la
carrera, sino, saliéndose del circuito, corres 600 metros a la derecha desviándote
y otros 600metros de vuelta para volver al circuito! ¡¡Que locura!! Solo pensar
en que hay que correr 1200metros adicionales por ir al baño, se quitan las
ganas, ¿no?
A pesar de ser
una maratón con un circuito casi llano, hay ciertas subidas ligeras en los
diferentes puentes que se van cruzando. Nada destacable en mi opinión, sobre
toso si los comparas con los duros puentes de NY, pero hay gente que sí se quejó
bastante.
También hay
3-4 giros de 180º que rompen no solo el ritmo, sino también las piernas y las
caderas!!! Debe mejorar mucho en ese aspecto.
Por todo ello,
y con una Expo de recogida a de dorsal muy floja, los comentarios generales e
impresiones de la gente es que esta es una Major descafeinada. En mi opinión,
Valencia le da mil vueltas. Pero es lo que hay, y aquí estaba yo ya corriendo
el último kilómetro, que se hace eterno, pues no se ve fin ni arco de llegada,
hasta que se gira a la izquierda y se llega a las inmediaciones del Palacio
Real, y por fin, llego, sonrío y a la vez, me emociono al ver que he completado
un sueño, correr las 6 Majors.
Me dan la
medalla, o mas bien, la cojo de una mesa. No hay contacto físico.
Y tras la
medalla, llegas a una tienda de Abbott, donde te colocan el medallón, ¡por fin!
Te hacen las fotos oficiales y a la vez, fotos con tu propio móvil. Todo un
detalle. Feliz, muy feliz.
Se sale siguiendo las indicaciones de los autobuses de los tour operadores. Y en media hora te plantan en el hotel, donde los familiares estaban esperando, fotos, alegría, toda una fiesta.
Por la tarde, nos
vamos a la fiesta-cena post maratón. Para ver un show con bailes típicos de Japón,
en un lujoso palacete, con unos jardines maravillosos, mucha comida buffet,
sushi, barra libre, etc.…Eso sí, ¡previo pago de 180eur!
Cabe destacar también
el detalle que tuvieron al darnos la medalla del maratón del 2020, cuando
fuimos a la feria a recoger el dorsal.
Tras la maratón,
una semana de vacaciones visitando Monte Fuji, Hakone, Kioto, Nara…relax, y un
viaje diferente a cualquier otro que podamos haber realizado, pues normalmente,
vas corres, y como mucho uno o dos días de turismo. Aquí, todo está planteado
como vacacional, casi, hasta la misma maratón – con respeto- claro. Pero quizá
sabiendo que es difícil que puedas volver, no solo a correr la maratón de
Tokio, sino volver a Japón. Pilla lejos, y a no ser que seas un entusiasta de
su cultura, difícil será regresar.
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