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lunes, 17 de octubre de 2011

La Vuelta a las Carreras - Maraton de Chicago 9 de Octubre 2011

LA VUELTA A LAS CARRERAS - MARATON DE CHICAGO 2011

Apuntarse a una maratón, implica mucha preparación y mucha planificación durante muchos meses, y más, si se trata de una Major. Concretamente en esta, nos apuntamos con 8 meses de antelación. Entre medias, yo tenia la Maratón de Paris. Era la primera vez que iba a correr 2 maratones en 1 año. Algo que por otro lado, tampoco es ninguna exageración, pero sí implica más meses de entrenamiento!!
El hecho de correr Paris, hubiera quedado inadvertido y no tendría importancia en esta crónica de la Maratón de Chicago, si no fuera porque Paris marcó un antes y un después.
Llevaba sufriendo dolores de espalda desde hacía 15 años. Al principio, no eran continuos, pero poco a poco, eran más regulares, por lo que en el año 2000, y tras una resonancia, me diagnosticaron 2 hernias discales, L4-L5 y L5-S1. En una primera instancia, me recomendaron que me operara de inmediato, pero entre que no era plato de buen gusto, y que tras otras consultas me dejaron algo más de libertad en la decisión, pues es una operación delicada y tampoco el 100% de las operaciones terminan de quitar los dolores, pues al final decidí seguir, ir tirando, e intentar sobrellevar lo mejor posible mi dolencia. 11 años más tarde, y tras 4 maratones, los dolores lumbares y sobre todo de ciática iban pudiendo conmigo, y tras acabar la maratón de Paris, y comenzar a perder fuerza en la pierna derecha, todo se precipitó y me operé de urgencia de la hernia L4-L5.
Tras la operación, había un objetivo claro : estar listo para poder correr en Chicago.
Fueron meses de dolores, herida inflamada, parestesia, y mucho esfuerzo para recuperar el tono muscular, y la fuerza en la pierna. Ejercicios de espalda, abdominales, andar, y más andar, y cuando estuve listo, comencé  a correr, y a preparar mi entrenamiento.
En esta ocasión, el entrenamiento, aunque duro, intenté disfrutarlo día a día. Tenía la suerte de poder volver a correr y afrontar mi nuevo reto. Las mejoras eran evidentes y los entrenos se hacían sin dolor, por lo que mi satisfacción iba en aumento. Intentaba ser prudente y no forzar en exceso, pero la verdad es que me encontraba muy bien, sin problemas.
Mucha gente seguía preocupada por mí, y me aconsejaba dejar de correr y dejarlo, pero de verdad, yo me encontraba fenomenal, así es que me guiaba por mi cuerpo.
A pesar de encontrarme bien, mi cabeza tenía miedos y yo quería ser muy prudente. No sabía cómo iba a reaccionar mi cuerpo tras un esfuerzo tan sobrehumano como correr 42195 metros.
Por fin llegó Octubre. Llegamos a Chicago con vuelo directo el miércoles. Tiempo suficiente para hacer turismo, aclimatarse, quitarse el jet-lag y estar listo para la carrera.




Lo primero que nos encontramos fue un sorprendente calor, para lo que puede llegar a ser esta ciudad. Estaríamos como en Madrid, en torno a los 28º y los pronósticos para la carrera eran los mismos. La hidratación iba a ser fundamental. Corrió por mi mente el mal episodio de Paris, donde el calor, también inusual en esa ciudad y ese mes, pasó factura.
El jueves, tras mi último entrenamiento en el gimnasio del hotel, estuvimos de compras, andando mucho visitando los lugares típicos, etc…Ya se sabe, que además de lo que es la carrera en sí, aprovechamos estas salidas para hacer turismo, y claro, eso las piernas no lo llevan muy bien, pues se cargan en exceso y luego pasa factura.
El jueves, fuimos a recoger el dorsal a la Expo – Pabellón McCormick. Aquí, se vio el primer gran detalle de esta maratón. Había autobuses gratuitos para bajar a la gente desde downtown Chicago al pabellón. Era todo un gran detalle. En principio, salía desde la tienda de Nike, en Michigan Avenue. Nosotros estábamos a pocas manzanas y hacia allí nos dirigimos. Había voluntarios en frente de la tienda, y nos dirigieron una calle mas abajo para coger los autobuses. En 15 minutos nos dejaban en el pabellón. Estuvimos casi toda la mañana, recogiendo el chip, dorsal, camiseta, fotos, merchandasing y disfrutando del ambiente que allí se vivía.




Tras abandonar el pabellón, hicimos una visita al barrio chino, donde probamos la comida china-vietnamita, y posteriormente seguimos con nuestro turismo por la ciudad.
El sábado, intenté recuperar algo el tono muscular y no dedicarme tanto al pateo de la ciudad, pero las piernas ya estaban muy cargadas y solo pude, al menos, no cargarlas más.
Por fin llegó el domingo, la carrera empezaba a las 7:30, por lo que debíamos madrugar un poco, para desayunar y hacer los preparativos típicos de antes de la carrera, vaselina en los pies y partes donde puedan producirse roces, colocación del dorsal, colocación del chip, alimentos energéticos a tomar, liquido powerade, con azucares añadidos, etc…
Aquí vino el segundo gran detalle de la carrera. El hotel de 4 estrellas decidió adelantar la hora del desayuno a las 5:30 am!!. Sí, el horario normal eran las 7 am, pero, para poder dar servicio a los corredores allí alojados, adelantó el horario del desayuno!! (imagina esto alguien en España??).
Tras un desayuno, no demasiado abundante, pues sobre todo era muy grasiento y evitamos problemas futuros, nos fuimos directos al metro para ahorrarnos así la pequeña caminata que tendríamos (unos 30 min), que en metro fueron 7 u 8. Además, tuvimos suerte porque el metro iba hasta la bandera y tuvimos que comprimirnos lo que pudimos para poder entrar. No tuvieron tanta suerte las paradas posteriores, porque allí ya no cabía nadie.
Sobre las 6:45am ya estábamos en el Grant Park, tomamos unas bebidas isotónicas, cogimos de repuesto para la carrera, y nos dirigimos a los corrales. Ahí vino el único pero de la carrera. No había forma de poder llegar al corral de 4h15. Estaba absolutamente colapsada la entrada (que no dentro), pero aquí la gente es muy educada y no aprieta para entrar. Así es que con estas, nos dimos media vuelta y nos dirigimos al corral de las 5h. esto marcaria algo el desarrollo de la carrera, pues nos ralentizo muchísimo los primeros 15 km, pues no hacíamos más que adelantar a gente y no podíamos coger un ritmo regular, además de gastar energía innecesariamente al tener que acelerar y frenar para pasar a la gente.
Tras el himno americano, empezaron a calentar motores, con canciones que animaban a la gente, como ese Born to Run o Sweet Home Chicago. Se dio la salida y estuvimos en espera unos 18 minutos, pero al menos empezamos a correr.
La temperatura, como se había previsto, era alta. Vamos, que para ser las 7.30 no hacia pero que nada de frio, más bien algo de calor. Luego nos enteraríamos que fue la tercera maratón con más calor de Chicago de la historia.
Tras llegara a la milla 1 nos encontramos con las chicas. Afortunadamente tenían un gran cartel para poder verlas desde lejos. El siguiente punto era la milla 3 y tampoco tuvimos problemas para verlas. La primera parte de la carrera transcurre por la parte de la Milla Magnifica, sin llegar a entrar en ella, pero se distinguen todos los rascacielos a lo lejos. Luego el camino lleva al norte de la ciudad, que aunque no es muy recomendable andar por ella en condiciones normales, corriendo no se veía nada de peligrosidad, claro. Todo lo contrario, el ambiente era espectacular, desde la primera milla, hasta la última. Una auténtica gozada. Muchísima gente, animando sin parar, bandas de música, voluntarios a miles, gente ofreciendo de todo, pañuelos, hielo, flashes helados, botellas de Gatorade, plátano, y hasta vasos con cerveza!!. Realmente increíble cómo se vive aquí las maratones y como la ciudad entera se vuelca con los participantes.
Llegamos a la milla 12, donde nuevamente nos esperaban las chicas, que distinguimos perfectamente a lo lejos. Habíamos bajado desde el norte de la ciudad por la calle La Salle. Se hacía larga, pero ya se veía al fondo nuevamente ese característico perfil de la ciudad de Chicago, y además, nos íbamos acercando a la media maratón.
Había empezado la carrera sin muy buenas sensaciones, las piernas pesadas, y enseguida note los cuádriceps bastante cargados y el tendón de Aquiles izquierdo algo rígido. No estaba yo muy seguro de si podía aguantar. Afortunadamente, los cuádriceps no fueron a más, o al menos, era bastante llevable, y para el tendón, lo mismo.
Así llegamos a la media maratón, algo lentos en tiempo, todavía adelantando a muchísima gente. El ambiente seguía siendo increíble. Tanta gente animando, uff, sólo comparable con Nueva York.
A partir de la media maratón, es cuando el cuerpo empieza a sufrir de verdad, y es cuando multitud de gente empieza a abandonar o empieza a andar, con la ilusión de, al menos, llegar antes del corte, 6h. Es cuando debes acordarte de los entrenos, que fueron largos y duros, y sobre todos, de esos entrenos que no te apetecía hacer, o bien estaba lloviendo o hacia mucho frio, y tu pensabas….si acaso, lo dejo para mañana, pero no, no lo dejabas, y entrenabas y sufrías, y eso te prepara para la carrera, porque desde luego, ahora llega el momento en que lo quieres dejar, pero eso también lo has entrenado.
Habíamos entrado nuevamente en el downtown Chicago, en lo que llaman el Loop, básicamente porque el metro o tren hace un recorrido en vuelta, o loop, que recorre esa parte tan característica de Chicago, donde se encuentra la torre más alta de Estados Unidos, la torre Sears, o Willis, como se llama ahora. La verdad, no sé el por qué del cambio de nombre.
Bueno, ahí estábamos corriendo a nuestro ritmo, o al menos, al que nos dejaban. Seguía estando llenísimo de gente. Perico empezó a sufrir mentalmente y, primero con una parada técnica para evacuar, y posteriormente, con paradas intermitentes a partir del km27 o milla 17 aproximadamente. Intenté animarle para que no se viniera abajo, estuve con el mientras andaba, viendo si se recuperaba. Me dijo que siguiera solo, pero me quede. Seguía insistiendo que fuera a hace mi carrera, pero le dije que no, que me quedaba. El quería espacio, y se lo dí. Me aleje, y me paré con los espectadores hasta que el pasó, y reanudé la carrera detrás de el, sin que el se diera cuenta. Comenzó de nuevo a correr, pero a los 300 metros paro de nuevo. Nuevamente el muro había hecho de las suyas.
Me acerqué por detrás y le dije, pero vamos, acuérdate de todos los entrenos que has hecho!, y se quedó sorprendido de verme allí otra vez y ya me repitió que le dejara, que quería disfrutar la carrera a su manera.
Después de este juego del gato y el ratón, nos despedimos y continué, no sin cierta tristeza, pero intentando poder acabar y disfrutar cuanto pudiera. Era la milla 18. Quedaban 8 nada más. Sobre la milla 19, se llegaba a Chinatown, donde habíamos comido 2 días antes, y quizá estarían allí las chicas otra vez, pero no recordaba bien el punto exacto. Pase la milla 19 y 20, y no las vi. Había mucha gente y quizá yo tampoco estaba muy atento. Me centraba al máximo en la carrera. De pronto, un grito de “David” me hizo mirar a la izquierda, y allí estaban de nuevo, qué sorpresa! Era ya la milla 21.
Pasamos por el barrio italiano, y luego cogimos la Avenida Michigan desde abajo, para realizar ya las últimas millas. Si antes decía que a partir de la media la cabeza empieza a sufrir, al igual que el cuerpo, es a partir del km 30 cuando realmente la dureza es tal, que en todo momento quieres dejarlo. Hay que estar muy fuerte mentalmente para no parar. La verdad es que, a pasar de todas la maratones que ya he corrido, y la experiencia que eso da, cada carrera es distinta, y la maratón es una carrera inhumana, de una dureza increíble, y eso es lo que pensaba yo mientras corría, porque luego solo te queda los buenos recuerdos y ese sufrimiento se va olvidando y hace que luego te plantees correr otra carrera, etc…pero durante la carrera, uff
El color hacía estragos. Los muertos andantes abundaban por las calles. Era difícil no llegar a chocarse con ellos, porque había ya cientos. Durante los avituallamientos, que habían sido cada milla y media aproximadamente, con Gatorade y Agua, y uno con gel y tres con plátanos, la gente se agolpaba como posesos intentando refrescarse como podían. Durante el recorrido también había habido muchos puntos con mangueras, tomas de bomberos abiertas, y gente que sacaba sus mangueras de los jardines y mojaban a la gente.
Yo también aprovechaba al máximo los puntos de hidratación, tres o cuatro vasos de agua o gatorade por parada, pues empezaba ya a notar gran cansancio muscular.
Llegó lo milla 24, donde sabía que había un punto de animación de Nike, con la música a tope, muchísima gente, y que te va empujando ya hacia la meta. De repente, en la milla 25, volví a ver a las chicas. Guau, que subidón! Esto ya no estaba previsto. Carmen se puso a correr a mi lado, diciendo que ya no quedaba nada. Y era verdad, ya solo 1 milla. Un último esfuerzo. Se me hizo muy larga, sabía que había que girar hacia la izquierda para volver a entrar al Grant Park, pero no veía el giro, seguía recto y recto, parecía que no acababa nunca. Por fin llegó el giro a la izquierda, y, sorpresa, la subida más dura de todo el circuito, venga último esfuerzo, coger posición en la recta de llegada para que te pillen bien los fotógrafos y objetivo conseguido. Tercera Major acabada.
La salida del complejo fue excelente. Fueron dando más agua, Gatorade, plátanos, una manta térmica, todo mientras andabas, y como no, la medalla, que te hacia sentir menos el cansancio. Me hice alguna foto oficial y me dirigí al metro para volver al hotel.
Y aquí viene el tercer punto curioso de esta maratón. Tras llegar a la parada, no sin esfuerzo, cojo la boca del metro giro y, tachan, 30 escalones que me estaban esperando, guau, como se lo van a pasar mis cuádriceps. Una vez abajo me doy cuenta que no hay taquillas, y los tornos van hasta el techo…no hay manera de colarse. Lógicamente había contemplado todas las posibilidades, porque…los 30 escalones ahora hacia arriba estaban ahí esperándome. Con resignación, y sufrimiento claro, llegue arriba de nuevo, y miré si había otra boca de metro cerca. Al no ver nada, veo que hay un coche de policía estacionado ahí mismo, y antes de que me acercara, me dice el policía : “Algún problema?” yo le explico, con el dinero en mano, que no hay taquilla, que si hay otra boca cerca, y me pregunta : “De dónde eres?”. De España. “Ya me imaginaba”, me dice en perfecto español. Me cuenta que me había visto y que veía que estaba tocado y que el había corrido el año pasado, etc…baja, que te abro, y tras bajar los ya conocidos 30 escalones, me abrió el torno y nos despedimos. Increíble! Que detalle. Lo que decía, cómo se vuelca toda la ciudad con la maratón, y el respeto y admiración que tienen  a los atletas.




No fueron ni 1 ni 2 ni 3, sino muchos más, los que, durante mi recorrido hacia el hotel, me dijeron lo de “Good Job!” o “Well done” o “Congratulations”. No me sorprendió tanto, porque en Nueva York ya me lo dijeron, pero en esta ocasión fueron muchas más personas.
Por último, y para rematar esta crónica y dar otro punto sorprendente a la carrera, al entrar al hotel, me vieron desde lejos en recepción y…se pusieron a aplaudir!. No fue un aplauso rotundo, más bien corto, pero que dos o tres recepcionistas de un gran hotel te aplaudan cuando ven que llegas con tu medalla al cuello, pues es algo de agradecer y que desde luego te emociona.
No querría acabar esta crónica sin los agradecimientos especiales, que en este caso, los haré extensivos a todos los que me apoyáis día a día y me dais ánimos a vuestra manera, pero quisiera hacer una mención y agradecimiento especial al Doctor Esteban Rodríguez de Barrios, que fue el que me operó, el que me recuperó y el que sin saberlo, me animó a seguir corriendo, haciéndolo todo de forma muy sencilla y simplificando los problemas y las dolencias al máximo. Sin el, y su buen hacer, no hubiera podido continuar con mi reto de las maratones. Gracias.
Gracias también a las monjas de Peñaranda que con sus rezos hicieron que mi operación fuera perfecta, y la recuperación también.
Nos vemos en la próxima….

jueves, 14 de abril de 2011

La Maraton de Paris - 10 de Abril de 2011

LA MARATON DE PARÍS
Hace 11 años unos “amigos” me animaron a correr la San Silvestre. Esa famosa carrea de 10km que se corre el último día del año, el 31 de Diciembre. Nunca les había hecho caso, pero en aquella ocasión me dije, por qué no?.
Diez kilómetros tampoco son tantos, o eso parecían. Para alguien que había dejado de correr hace años debido a mis problemas de rodilla, y aunque practicaba deportes varios como el baloncesto, futbito o paddle, no me pareció una hazaña fuera de mis posibilidades.
Tras los primeros 3km, el dolor de la rodilla empezó a aparecer. Estábamos  en la Puerta de Alcalá, y todavía quedaba carrera. Tras llegar a Atocha, y con el dolor de la rodilla y el cansancio que empezaba a hacer efecto, no veía donde estaba el fin de esa carrera. A partir de ahí (km 5), mis “amigos” siempre me indicaban que ya llegábamos, que un poco más, un giro y ya estábamos. Tampoco me contaron que los 3 últimos kilómetros son subida pronunciada, por lo que yo seguía sin ver la meta y la carrera se hacía eterna, aunque según mis “amigos”, ya estábamos, una curva más y ya estamos.
Al final, se llegó, con unas agujetas importantes, un dolor en la rodilla que me dejo medio cojo durante 10 días y unas ampollas sangrantes en los pies.
Después de esa experiencia, al año siguiente me preparé mejor, y cuando me dijeron, corres la San Silvestre?, pues por supuesto, dije yo, y así hasta participar durante once años, algunos de los cuales, en solitario, pues, mis “amigos” fueron dejando esas tradiciones.
Quien me iba a decir a mí, que 12 años después era yo el que animaba y decía a mis amigos, por qué no corréis conmigo el Maratón de Paris. Primero, lié a Nacho. La coincidencia con su cumpleaños era como una invitación a celebrar sus años de una forma distinta, diferente, corriendo una carrera emblemática en una ciudad emblemática.
Posteriormente, se nos unió Tomás. El otro “amigo” que decía 12 años atrás lo de “una curva más, y ya estamos”.
Así es que ahí fuimos los 3, con la ilusión de pasar un agradable fin de semana , y de paso, disfrutar y correr por las calles de París.
Empecé los entrenamientos sobre el 20 de diciembre. Primero, para poder correr la ya famosa y mencionada San Silvestre, y fui aumentando los kilómetros y ritmos para poder llegar en condiciones a la Media Maratón de Getafe. Ahí creo que llegué realmente en plenitud de forma.  Febrero se hizo largo, como siempre….falto de motivación, carreras, etc….entreno puro y duro en solitario.
A primeros de Marzo, estaba programada la Media Maratón de Collado Villalba. Muy exigente, rompe piernas, cuestas y bastante recorrido por tierra y barro, que me produjo unas ampollas importantes, y a partir de esa fecha, empezaron a venir todas las dificultades y problemas uno tras otro.
A perro flaco, todo son pulgas. Las ampollas la verdad es que se arreglaron en unos 10 días, gracias a los cuidados intensivos de mi médico personal. Estaba nuevamente preparado para afrontar la siguiente y ya última carrera, la Media Maratón de Leon.
Esta carrera no es difícil, pero noté un cierto cansancio muscular. Quizá era un aviso de mi cuerpo, que empezaba a pasar factura el largo entreno en tiempo y los kilómetros realizados. Acabé la carrera con dolor en la rodilla. Hacía tiempo que no notaba dolor en la rodilla. Exactamente, desde el sufrimiento de la primera Maratón de Madrid, donde tuve que arrastrarme durante 17km con ese dolor. Así es que las alarmas saltaron. Mucho hielo, algo de reposo y vendaje para disminuir la inflamación. La cuestión es que estábamos a falta de 2 semanas y por tanto no hay casi tiempo para el reposo.
Por si fuera poco, el correr con vendaje, me cargaba mucho las piernas y la musculatura, al no correr de forma tan natural y estar como comprimido, y ello al final, creo que también afectó para que mi espalda se resintiera (o quizá fue algún otro esfuerzo) y me quedé pinzado, o lo que es lo mismo, doblado, con el dolor de la ciática que convivía conmigo durante 24h al día y que me impedía hasta dormir.
En estas condiciones la verdad es que mi cabeza me decía que debía abandonar y no correr París. Mi bajón físico y psíquico era evidente y afrontar así una maratón es fracaso absoluto.
Con muchos dolores y esfuerzos, seguí mis entrenamientos, más suaves, obligado por mis limitaciones físicas, pero al menos sentía que debía intentarlo. Ganar la carrera no iba a ganar, pero a tesón y esfuerzo, debía quedar de los primeros. El 29 de Marzo murió mi abuelo. Ya no tenía ninguna duda. Por mucho que me doliera y costara, debía ofrecerle la carrera a él.
La Maratón de París es una de las más bellas que pueda correrse en el mundo, ello conforme cada trazado de su carrera ha sido cuidadosamente estudiado, de manera que es posible revivir la historia de la mítica Francia con cada paso que se da en busca de la victoria.

La Torre Eiffel es cada año testigo de excepción de la Maratón de París
El 19 de Julio de 1896, 191 competidores se reunieron para ir rumbo a Versalles, eran 40 kilómetros en aquel entonces los que separaban a un deportista con ansias de correr de ser realmente un ganador. A pesar de que la competencia tenía los requisitos como para ser considerada “oficial”, nos bastará con recordar que en aquel entonces muchas de las competencias eran “justas ordinarias” hasta que el comité especializado lo entendía así, por ello recién en 1976 se consideró a la Maratón de París como una de carácter oficial de tipo mundial.
Comenzaron no más de 150 atletas con la intención de ser inmortalizados en la historia mediante una victoria y ojalá un record, sin embargo recién cobro la popularidad que se merecía la prueba cuando llego la década de los años 80, donde ya no eran cientos de atletas, sino que miles. En 1984, cerca de 10.000 corredores se dieron lugar para correr por los hermosos parajes que orillan al Sena, en 1996 ya eran 18 mil los valientes y en el 2000 alcanzó la increíble cantidad de 27.596 corredores que lograron cruzar la línea.
Este año 2011, cerca de 40.000 corredores, estábamos listos para intentar el logro de correr una maratón.
Originalidad de la prueba
Una de las características que tiene la Maratón de París, es que durante su recorrido es posible verificar la historia de Francia, ello mediante los distintos lugares por donde se tiene la oportunidad de pasar, el Sena, los Campos Elíseos, el Arco del Triunfo, el Museo del Louvre, la Catedral de Notre Dame, la Torre Eiffel y muchos otros grandes parajes que sólo pueden verse en París.
Asimismo dentro de sus “características”, podemos decir que no existen hitos deportivos muy marcados, es decir, no hay una marca demasiado reñida como en otras maratones, pues no son muchos los atletas que logran volver a repetir la victoria consecutivamente. Para variar, la mejor marca de la prueba la tiene un Keniata, Julius Rutto, quien hizo un tiempo de 2:08:10 en 1999.
Una Curiosidad
Siendo uno de los recorridos más bellos de los que puede disfrutarse en las competencias mundiales de maratón, es extrañamente uno muy poco festivo, en comparación a lo que pasa en Nueva York, Londres o Chicago, lugares en donde lo que hace distinta a la prueba es el ambiente que se respira en la competición misma.
La carrera se lleva a cabo específicamente el primer domingo de Abril de cada año, y cuenta con puntos de avistamiento cada 5 kilómetros, por lo que se puede jactar de ser una carrera muy organizada y previsora de todo lo que pueda ocurrir en su trayecto.

Llegamos el viernes sobre las 14h a Orly y nos fuimos directamente en Taxi a la MARATON EXPO:  Multitud de expositores, aunque pocas novedades. Muchos anunciando sus Maratones y Triatlones. Picoteamos/comimos con lo que nos dieron en los distintos stands.
Para los dorsales y chips (no vale yellow chip) ninguna cola, eso sí, el que no haya aportado certificado médico de aptitud antes lo debe presentar allí mismo, sino no hay dorsal. También te dan una brida para el chip. En meta te la quitan los voluntarios con alicates (si no usas la brida, cortarán los cordones).
Con los deberes hechos, cogimos el metro y nos dirigimos al hotel. 
El Hotel, estaba estratégicamente situado a escasos 300m de la línea de Salida – al lado del  Arco de Triunfo – y un par de km en total de la línea de llegada. Muy cómodo.

 
BREAKFAST RUN : El sábado se celebraba la carrera del desayuno. Una pequeña carrera de 5km para tomar contacto con la ciudad, ver sensaciones, y sobre todo, confraternizar los distintos países, personas y ciudades que nos hemos animado a venir a correr esta maratón. Es una carrera típica de las grandes organizaciones de los maratones. A mí siempre me apetece correrla, por ver el ambientillo, etc…y este año, pues había convencido a Carmen para que corriera conmigo. Era nuestra primera carrera juntos.  Salía de la Escuela Militar, pasaba por la Torre Eiffel y llegaba a la calle Foch, justo donde finalizaba el maratón el día siguiente.  Me hizo ilusión que corriera conmigo y que sintiera el gusanillo de las carreras, la animación, etc..A la llegada, daban el desayuno (de ahí el nombre de la carrera)
La MARATON :
 
La salida de Campos Elíseos es en ligero descenso. Había tanta gente que no recuerdo momentos en los que por fin se pudiera uno mentalizar a su ritmo. Solo al final de la carrera hay huecos, pero al menos hasta el km 28, gente, mucha gente.
Detalle a mejorar: los avituallamientos están en un solo lado del trazado (izda o dcha, varía) con la consiguiente procesión de gente cruzándose para buscar agua y para salir del avituallamiento. Caótico. Es la guerra total (lógico, porque en una maratón el avituallamiento es simple ley de supervivencia).
Pasas por todos los lugares emblemáticos de la ciudad, Concordia, Louvre, Rivoli,..llegas a un gran parque (Vincennes kms 8-15 ) – ahí me sorprendió porque había un castillo fortaleza impresionante, de bonito, y de grande - y vuelves dirección a la salida por Bastilla y paralelo al Sena, Notre dame y el museo de Orsay antes de alcanzar los alrededores de la Torre Eiffel. Los único sube-baja están en los puentes del Sena entre 23k y 29k y muscularmente se notan, hasta llegar a la altura de Eiffel. Giro al Oeste hacia el Bosque de Boulogne donde se libra la auténtica batalla del maratón : los kms treinta y pico. Llano, árboles, arcenes de tierra, avituallamientos completos,… y dolor. Hasta llegar a una rotonda y, de pronto, ARRIVÉ. Está bien, porque cuando ves la meta desde muy lejos, se hace eterno el “paseíllo”. Aquí te la encuentras.
A la llegada los voluntarios se encargan del chip (no tienes ni que agacharte,), te dan la medalla y hay un pequeño aperitivo: agua, powerade, pasas, banana y naranja. Gran aglomeración para salir del recinto de llegada.
Desde la salida, no iba 100% cómodo. Estaba con medicación para reducir los dolores de la ciática, al empezar a correr, pues la espalda ya me empezaba a molestar. Iba con la rodilla vendada, para reforzarla, y en el km7/8 me paré para quitarme el vendaje, pues notaba como si me estuviera comprimiendo demasiado. El ritmo que llevábamos no estaba mal, sobre todo por la gran cantidad de gente que íbamos 5:20/5:30 el km.
Seguía sin ir fino. Mucho calor, y empecé a notar que sudaba demasiado. Mala cosa. Síntoma de deshidratación. Aguanté así hasta el 21, donde habíamos quedado con las chicas. Tras pasar el arco de la media, ahí estaban, saludamos, pegamos unos gritos y seguíamos corriendo, y entonces, veo que Marta esta corriendo por el lateral animando, y detrás Carmen, y me giro más y también Begoña. Qué momento! Qué risa, se me quedará grabado para siempre. Nos dio un subidón de ánimos.
La siguiente quedada era para el km28. Anímicamente, saber que te van a esperar en un punto, pues hace que tu mente esté esperando  ese momento, y aguantas el dolor y sufrimiento que los km empiezan a hacer mella en tu cuerpo.
Sobre el km23, noté dolores en las uñas. Era como si se me estuvieran clavando, y a cada paso iba peor. Empezamos a meternos por los túneles del Sena, y les dije a Tomas y Nacho que se fueran, y Tomas empezó, si hooombre…..y comenzó a cantar canciones de Química, o del ejercito, etc…dando ánimos. Aflojamos un poco el ritmo, sobre los 5:40, pero yo aun así iba tocadillo. Y Tomas cantando y cantando. Todo un monstruo.
Me dediqué a hidratarme lo más que podía. Hacía mucho calor. Desconozco la temperatura justo durante la carrera, pero cuando cogimos el taxi de vuelta, marcaba 29º!!. Vamos, verano en Paris.
Llegamos al km 28/29 y las chicas no estaban. No les habría dado tiempo a llegar desde el otro punto. Que chafe y qué bajón de moral. Ahora había que aguantar otros 14km sin ningún tipo de estimulo. Nos íbamos a enfrentar al famoso muro.
Sobre le km 31, volví a decirles a mis compañeros que se fueran, que no me esperaran, que yo acabaría, pero a mi ritmo. Tomas nos cogió de la mano para transmitirnos su fuerza y como si nada salió danzando con fuerza, como si tal cosa.
Nos quedamos Nacho y yo, e intentamos que el ritmo no decayera en exceso. En cualquier caso, lo importante era acabar. Ya no íbamos a por tiempo. La climatología y nuestra mala preparación las últimas semanas hacia que nuestra ilusión de hacer un buen tiempo en Paris no tuviera sentido.
Sobre el km 37 Nacho me dice que tiene que parar a estirar. Yo ya estaba como un autómata, no razonaba. No sabía si lo decía para que yo parase y recuperara fuerzas o porque él tenía alguna dolencia. En cualquier caso, no pude ni hablar, ni despedirme. Simplemente daba zancada tras zancada.
Me quedé solo. Quedaban 5 km de sufrimiento y soledad, que se iban a hacer eternos. Quería parar y abandonar, pero había mucha gente corriendo conmigo ; Carmen a mi lado, era la segunda carrera consecutiva!!, y vi a Carmina dando ánimos (gracias por el desayuno del viernes!!), y estaba Stephane en esa curva, y vi a Perico con su ritmo constante y todo lo que sufre cuando corre, y Marta con la bandera de España, y Begoña corriendo detrás nuestro!! – que imagen- y una señora francesa que se pone a mi lado y empieza a hablarme dándome ánimos y yo que no me entero, pero logra que coja mas ritmo y suba esas últimas rampas del parque, y ahí está mi abuelo : ya sé que voy a acabar.
De repente casi en el km 42, veo a Marta gritando y dando ánimos. Qué sorpresón. Qué emoción. Oigo a Carmen gritando “David”, levanto la mano pero no la veo. Se ve la línea de meta al fondo.  Llego muy cansado, con algo de cosquilleo en la pierna (por culpa de la ciática) y las 2 uñas corazón negras y doloridas. Demasiado calor, demasiado sufrimiento.
Voy al Hotel y ahí sé que Nacho también llegó, con algo de dolor también en la pierna, y nos damos un gran abrazo. Me siento responsable por haberle “incitado” a venir a correr, y hacerle pasar por este sufrimiento.  Es un gran amigo y una gran persona.

Bueno, no quisiera acabar esta crónica sin antes dar las gracias a todos los amigos y familiares que me han apoyado y que me dan ánimos. A Carmen por cuidarme para que pudiera llegar más o menos en condiciones a esta carrera y porque corrimos juntos por primera vez!. Me hacía mucha ilusión que corriera y sintiera el ambientillo, los nervios, etc….
Y como no, un agradecimiento muy especial a Miguel, mi naturista, que me ha estado aconsejando continuamente y ha vivido la carrera como si el también hubiera corrido. A Peri, mi gran hermano y compañero de las Five Majors, y por último a Nacho, con el que con los numerosos mails diarios compartíamos cómo nos íbamos preparando, sintiendo, animando, y como siempre ha sido un placer correr con él, por la alegría que transmite, contagiosa a más no poder, incluso en los momentos más complicados de la carrera. Qué distinta y lejana queda ya esa primera Maratón de Madrid.

lunes, 31 de enero de 2011

Videos de Motivación

Cuando se ven videos como los que os voy a colgar a continuación, me motivan más y más a perseguir mis sueños, mis metas. Me empujan a superar las dificultades, no solo del día a día, sino tambien, a superar los entrenos diarios y los sufriemientos que conllevan. Hacen que el dia de la carrera, uno se sienta más fuerte.
Dejaré un enlace permanente debajo de las entradas del blog, para que sean de facil acceso. Disfrutad.

MARATÓN




TRIATLON