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jueves, 14 de abril de 2011

La Maraton de Paris - 10 de Abril de 2011

LA MARATON DE PARÍS
Hace 11 años unos “amigos” me animaron a correr la San Silvestre. Esa famosa carrea de 10km que se corre el último día del año, el 31 de Diciembre. Nunca les había hecho caso, pero en aquella ocasión me dije, por qué no?.
Diez kilómetros tampoco son tantos, o eso parecían. Para alguien que había dejado de correr hace años debido a mis problemas de rodilla, y aunque practicaba deportes varios como el baloncesto, futbito o paddle, no me pareció una hazaña fuera de mis posibilidades.
Tras los primeros 3km, el dolor de la rodilla empezó a aparecer. Estábamos  en la Puerta de Alcalá, y todavía quedaba carrera. Tras llegar a Atocha, y con el dolor de la rodilla y el cansancio que empezaba a hacer efecto, no veía donde estaba el fin de esa carrera. A partir de ahí (km 5), mis “amigos” siempre me indicaban que ya llegábamos, que un poco más, un giro y ya estábamos. Tampoco me contaron que los 3 últimos kilómetros son subida pronunciada, por lo que yo seguía sin ver la meta y la carrera se hacía eterna, aunque según mis “amigos”, ya estábamos, una curva más y ya estamos.
Al final, se llegó, con unas agujetas importantes, un dolor en la rodilla que me dejo medio cojo durante 10 días y unas ampollas sangrantes en los pies.
Después de esa experiencia, al año siguiente me preparé mejor, y cuando me dijeron, corres la San Silvestre?, pues por supuesto, dije yo, y así hasta participar durante once años, algunos de los cuales, en solitario, pues, mis “amigos” fueron dejando esas tradiciones.
Quien me iba a decir a mí, que 12 años después era yo el que animaba y decía a mis amigos, por qué no corréis conmigo el Maratón de Paris. Primero, lié a Nacho. La coincidencia con su cumpleaños era como una invitación a celebrar sus años de una forma distinta, diferente, corriendo una carrera emblemática en una ciudad emblemática.
Posteriormente, se nos unió Tomás. El otro “amigo” que decía 12 años atrás lo de “una curva más, y ya estamos”.
Así es que ahí fuimos los 3, con la ilusión de pasar un agradable fin de semana , y de paso, disfrutar y correr por las calles de París.
Empecé los entrenamientos sobre el 20 de diciembre. Primero, para poder correr la ya famosa y mencionada San Silvestre, y fui aumentando los kilómetros y ritmos para poder llegar en condiciones a la Media Maratón de Getafe. Ahí creo que llegué realmente en plenitud de forma.  Febrero se hizo largo, como siempre….falto de motivación, carreras, etc….entreno puro y duro en solitario.
A primeros de Marzo, estaba programada la Media Maratón de Collado Villalba. Muy exigente, rompe piernas, cuestas y bastante recorrido por tierra y barro, que me produjo unas ampollas importantes, y a partir de esa fecha, empezaron a venir todas las dificultades y problemas uno tras otro.
A perro flaco, todo son pulgas. Las ampollas la verdad es que se arreglaron en unos 10 días, gracias a los cuidados intensivos de mi médico personal. Estaba nuevamente preparado para afrontar la siguiente y ya última carrera, la Media Maratón de Leon.
Esta carrera no es difícil, pero noté un cierto cansancio muscular. Quizá era un aviso de mi cuerpo, que empezaba a pasar factura el largo entreno en tiempo y los kilómetros realizados. Acabé la carrera con dolor en la rodilla. Hacía tiempo que no notaba dolor en la rodilla. Exactamente, desde el sufrimiento de la primera Maratón de Madrid, donde tuve que arrastrarme durante 17km con ese dolor. Así es que las alarmas saltaron. Mucho hielo, algo de reposo y vendaje para disminuir la inflamación. La cuestión es que estábamos a falta de 2 semanas y por tanto no hay casi tiempo para el reposo.
Por si fuera poco, el correr con vendaje, me cargaba mucho las piernas y la musculatura, al no correr de forma tan natural y estar como comprimido, y ello al final, creo que también afectó para que mi espalda se resintiera (o quizá fue algún otro esfuerzo) y me quedé pinzado, o lo que es lo mismo, doblado, con el dolor de la ciática que convivía conmigo durante 24h al día y que me impedía hasta dormir.
En estas condiciones la verdad es que mi cabeza me decía que debía abandonar y no correr París. Mi bajón físico y psíquico era evidente y afrontar así una maratón es fracaso absoluto.
Con muchos dolores y esfuerzos, seguí mis entrenamientos, más suaves, obligado por mis limitaciones físicas, pero al menos sentía que debía intentarlo. Ganar la carrera no iba a ganar, pero a tesón y esfuerzo, debía quedar de los primeros. El 29 de Marzo murió mi abuelo. Ya no tenía ninguna duda. Por mucho que me doliera y costara, debía ofrecerle la carrera a él.
La Maratón de París es una de las más bellas que pueda correrse en el mundo, ello conforme cada trazado de su carrera ha sido cuidadosamente estudiado, de manera que es posible revivir la historia de la mítica Francia con cada paso que se da en busca de la victoria.

La Torre Eiffel es cada año testigo de excepción de la Maratón de París
El 19 de Julio de 1896, 191 competidores se reunieron para ir rumbo a Versalles, eran 40 kilómetros en aquel entonces los que separaban a un deportista con ansias de correr de ser realmente un ganador. A pesar de que la competencia tenía los requisitos como para ser considerada “oficial”, nos bastará con recordar que en aquel entonces muchas de las competencias eran “justas ordinarias” hasta que el comité especializado lo entendía así, por ello recién en 1976 se consideró a la Maratón de París como una de carácter oficial de tipo mundial.
Comenzaron no más de 150 atletas con la intención de ser inmortalizados en la historia mediante una victoria y ojalá un record, sin embargo recién cobro la popularidad que se merecía la prueba cuando llego la década de los años 80, donde ya no eran cientos de atletas, sino que miles. En 1984, cerca de 10.000 corredores se dieron lugar para correr por los hermosos parajes que orillan al Sena, en 1996 ya eran 18 mil los valientes y en el 2000 alcanzó la increíble cantidad de 27.596 corredores que lograron cruzar la línea.
Este año 2011, cerca de 40.000 corredores, estábamos listos para intentar el logro de correr una maratón.
Originalidad de la prueba
Una de las características que tiene la Maratón de París, es que durante su recorrido es posible verificar la historia de Francia, ello mediante los distintos lugares por donde se tiene la oportunidad de pasar, el Sena, los Campos Elíseos, el Arco del Triunfo, el Museo del Louvre, la Catedral de Notre Dame, la Torre Eiffel y muchos otros grandes parajes que sólo pueden verse en París.
Asimismo dentro de sus “características”, podemos decir que no existen hitos deportivos muy marcados, es decir, no hay una marca demasiado reñida como en otras maratones, pues no son muchos los atletas que logran volver a repetir la victoria consecutivamente. Para variar, la mejor marca de la prueba la tiene un Keniata, Julius Rutto, quien hizo un tiempo de 2:08:10 en 1999.
Una Curiosidad
Siendo uno de los recorridos más bellos de los que puede disfrutarse en las competencias mundiales de maratón, es extrañamente uno muy poco festivo, en comparación a lo que pasa en Nueva York, Londres o Chicago, lugares en donde lo que hace distinta a la prueba es el ambiente que se respira en la competición misma.
La carrera se lleva a cabo específicamente el primer domingo de Abril de cada año, y cuenta con puntos de avistamiento cada 5 kilómetros, por lo que se puede jactar de ser una carrera muy organizada y previsora de todo lo que pueda ocurrir en su trayecto.

Llegamos el viernes sobre las 14h a Orly y nos fuimos directamente en Taxi a la MARATON EXPO:  Multitud de expositores, aunque pocas novedades. Muchos anunciando sus Maratones y Triatlones. Picoteamos/comimos con lo que nos dieron en los distintos stands.
Para los dorsales y chips (no vale yellow chip) ninguna cola, eso sí, el que no haya aportado certificado médico de aptitud antes lo debe presentar allí mismo, sino no hay dorsal. También te dan una brida para el chip. En meta te la quitan los voluntarios con alicates (si no usas la brida, cortarán los cordones).
Con los deberes hechos, cogimos el metro y nos dirigimos al hotel. 
El Hotel, estaba estratégicamente situado a escasos 300m de la línea de Salida – al lado del  Arco de Triunfo – y un par de km en total de la línea de llegada. Muy cómodo.

 
BREAKFAST RUN : El sábado se celebraba la carrera del desayuno. Una pequeña carrera de 5km para tomar contacto con la ciudad, ver sensaciones, y sobre todo, confraternizar los distintos países, personas y ciudades que nos hemos animado a venir a correr esta maratón. Es una carrera típica de las grandes organizaciones de los maratones. A mí siempre me apetece correrla, por ver el ambientillo, etc…y este año, pues había convencido a Carmen para que corriera conmigo. Era nuestra primera carrera juntos.  Salía de la Escuela Militar, pasaba por la Torre Eiffel y llegaba a la calle Foch, justo donde finalizaba el maratón el día siguiente.  Me hizo ilusión que corriera conmigo y que sintiera el gusanillo de las carreras, la animación, etc..A la llegada, daban el desayuno (de ahí el nombre de la carrera)
La MARATON :
 
La salida de Campos Elíseos es en ligero descenso. Había tanta gente que no recuerdo momentos en los que por fin se pudiera uno mentalizar a su ritmo. Solo al final de la carrera hay huecos, pero al menos hasta el km 28, gente, mucha gente.
Detalle a mejorar: los avituallamientos están en un solo lado del trazado (izda o dcha, varía) con la consiguiente procesión de gente cruzándose para buscar agua y para salir del avituallamiento. Caótico. Es la guerra total (lógico, porque en una maratón el avituallamiento es simple ley de supervivencia).
Pasas por todos los lugares emblemáticos de la ciudad, Concordia, Louvre, Rivoli,..llegas a un gran parque (Vincennes kms 8-15 ) – ahí me sorprendió porque había un castillo fortaleza impresionante, de bonito, y de grande - y vuelves dirección a la salida por Bastilla y paralelo al Sena, Notre dame y el museo de Orsay antes de alcanzar los alrededores de la Torre Eiffel. Los único sube-baja están en los puentes del Sena entre 23k y 29k y muscularmente se notan, hasta llegar a la altura de Eiffel. Giro al Oeste hacia el Bosque de Boulogne donde se libra la auténtica batalla del maratón : los kms treinta y pico. Llano, árboles, arcenes de tierra, avituallamientos completos,… y dolor. Hasta llegar a una rotonda y, de pronto, ARRIVÉ. Está bien, porque cuando ves la meta desde muy lejos, se hace eterno el “paseíllo”. Aquí te la encuentras.
A la llegada los voluntarios se encargan del chip (no tienes ni que agacharte,), te dan la medalla y hay un pequeño aperitivo: agua, powerade, pasas, banana y naranja. Gran aglomeración para salir del recinto de llegada.
Desde la salida, no iba 100% cómodo. Estaba con medicación para reducir los dolores de la ciática, al empezar a correr, pues la espalda ya me empezaba a molestar. Iba con la rodilla vendada, para reforzarla, y en el km7/8 me paré para quitarme el vendaje, pues notaba como si me estuviera comprimiendo demasiado. El ritmo que llevábamos no estaba mal, sobre todo por la gran cantidad de gente que íbamos 5:20/5:30 el km.
Seguía sin ir fino. Mucho calor, y empecé a notar que sudaba demasiado. Mala cosa. Síntoma de deshidratación. Aguanté así hasta el 21, donde habíamos quedado con las chicas. Tras pasar el arco de la media, ahí estaban, saludamos, pegamos unos gritos y seguíamos corriendo, y entonces, veo que Marta esta corriendo por el lateral animando, y detrás Carmen, y me giro más y también Begoña. Qué momento! Qué risa, se me quedará grabado para siempre. Nos dio un subidón de ánimos.
La siguiente quedada era para el km28. Anímicamente, saber que te van a esperar en un punto, pues hace que tu mente esté esperando  ese momento, y aguantas el dolor y sufrimiento que los km empiezan a hacer mella en tu cuerpo.
Sobre el km23, noté dolores en las uñas. Era como si se me estuvieran clavando, y a cada paso iba peor. Empezamos a meternos por los túneles del Sena, y les dije a Tomas y Nacho que se fueran, y Tomas empezó, si hooombre…..y comenzó a cantar canciones de Química, o del ejercito, etc…dando ánimos. Aflojamos un poco el ritmo, sobre los 5:40, pero yo aun así iba tocadillo. Y Tomas cantando y cantando. Todo un monstruo.
Me dediqué a hidratarme lo más que podía. Hacía mucho calor. Desconozco la temperatura justo durante la carrera, pero cuando cogimos el taxi de vuelta, marcaba 29º!!. Vamos, verano en Paris.
Llegamos al km 28/29 y las chicas no estaban. No les habría dado tiempo a llegar desde el otro punto. Que chafe y qué bajón de moral. Ahora había que aguantar otros 14km sin ningún tipo de estimulo. Nos íbamos a enfrentar al famoso muro.
Sobre le km 31, volví a decirles a mis compañeros que se fueran, que no me esperaran, que yo acabaría, pero a mi ritmo. Tomas nos cogió de la mano para transmitirnos su fuerza y como si nada salió danzando con fuerza, como si tal cosa.
Nos quedamos Nacho y yo, e intentamos que el ritmo no decayera en exceso. En cualquier caso, lo importante era acabar. Ya no íbamos a por tiempo. La climatología y nuestra mala preparación las últimas semanas hacia que nuestra ilusión de hacer un buen tiempo en Paris no tuviera sentido.
Sobre el km 37 Nacho me dice que tiene que parar a estirar. Yo ya estaba como un autómata, no razonaba. No sabía si lo decía para que yo parase y recuperara fuerzas o porque él tenía alguna dolencia. En cualquier caso, no pude ni hablar, ni despedirme. Simplemente daba zancada tras zancada.
Me quedé solo. Quedaban 5 km de sufrimiento y soledad, que se iban a hacer eternos. Quería parar y abandonar, pero había mucha gente corriendo conmigo ; Carmen a mi lado, era la segunda carrera consecutiva!!, y vi a Carmina dando ánimos (gracias por el desayuno del viernes!!), y estaba Stephane en esa curva, y vi a Perico con su ritmo constante y todo lo que sufre cuando corre, y Marta con la bandera de España, y Begoña corriendo detrás nuestro!! – que imagen- y una señora francesa que se pone a mi lado y empieza a hablarme dándome ánimos y yo que no me entero, pero logra que coja mas ritmo y suba esas últimas rampas del parque, y ahí está mi abuelo : ya sé que voy a acabar.
De repente casi en el km 42, veo a Marta gritando y dando ánimos. Qué sorpresón. Qué emoción. Oigo a Carmen gritando “David”, levanto la mano pero no la veo. Se ve la línea de meta al fondo.  Llego muy cansado, con algo de cosquilleo en la pierna (por culpa de la ciática) y las 2 uñas corazón negras y doloridas. Demasiado calor, demasiado sufrimiento.
Voy al Hotel y ahí sé que Nacho también llegó, con algo de dolor también en la pierna, y nos damos un gran abrazo. Me siento responsable por haberle “incitado” a venir a correr, y hacerle pasar por este sufrimiento.  Es un gran amigo y una gran persona.

Bueno, no quisiera acabar esta crónica sin antes dar las gracias a todos los amigos y familiares que me han apoyado y que me dan ánimos. A Carmen por cuidarme para que pudiera llegar más o menos en condiciones a esta carrera y porque corrimos juntos por primera vez!. Me hacía mucha ilusión que corriera y sintiera el ambientillo, los nervios, etc….
Y como no, un agradecimiento muy especial a Miguel, mi naturista, que me ha estado aconsejando continuamente y ha vivido la carrera como si el también hubiera corrido. A Peri, mi gran hermano y compañero de las Five Majors, y por último a Nacho, con el que con los numerosos mails diarios compartíamos cómo nos íbamos preparando, sintiendo, animando, y como siempre ha sido un placer correr con él, por la alegría que transmite, contagiosa a más no poder, incluso en los momentos más complicados de la carrera. Qué distinta y lejana queda ya esa primera Maratón de Madrid.

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