LA VUELTA A LAS CARRERAS - MARATON DE CHICAGO 2011
Apuntarse a una maratón, implica mucha preparación y mucha planificación durante muchos meses, y más, si se trata de una Major. Concretamente en esta, nos apuntamos con 8 meses de antelación. Entre medias, yo tenia la Maratón de Paris. Era la primera vez que iba a correr 2 maratones en 1 año. Algo que por otro lado, tampoco es ninguna exageración, pero sí implica más meses de entrenamiento!!
El hecho de correr Paris, hubiera quedado inadvertido y no tendría importancia en esta crónica de la Maratón de Chicago, si no fuera porque Paris marcó un antes y un después.
Llevaba sufriendo dolores de espalda desde hacía 15 años. Al principio, no eran continuos, pero poco a poco, eran más regulares, por lo que en el año 2000, y tras una resonancia, me diagnosticaron 2 hernias discales, L4-L5 y L5-S1. En una primera instancia, me recomendaron que me operara de inmediato, pero entre que no era plato de buen gusto, y que tras otras consultas me dejaron algo más de libertad en la decisión, pues es una operación delicada y tampoco el 100% de las operaciones terminan de quitar los dolores, pues al final decidí seguir, ir tirando, e intentar sobrellevar lo mejor posible mi dolencia. 11 años más tarde, y tras 4 maratones, los dolores lumbares y sobre todo de ciática iban pudiendo conmigo, y tras acabar la maratón de Paris, y comenzar a perder fuerza en la pierna derecha, todo se precipitó y me operé de urgencia de la hernia L4-L5.
Tras la operación, había un objetivo claro : estar listo para poder correr en Chicago.
Fueron meses de dolores, herida inflamada, parestesia, y mucho esfuerzo para recuperar el tono muscular, y la fuerza en la pierna. Ejercicios de espalda, abdominales, andar, y más andar, y cuando estuve listo, comencé a correr, y a preparar mi entrenamiento.
En esta ocasión, el entrenamiento, aunque duro, intenté disfrutarlo día a día. Tenía la suerte de poder volver a correr y afrontar mi nuevo reto. Las mejoras eran evidentes y los entrenos se hacían sin dolor, por lo que mi satisfacción iba en aumento. Intentaba ser prudente y no forzar en exceso, pero la verdad es que me encontraba muy bien, sin problemas.
Mucha gente seguía preocupada por mí, y me aconsejaba dejar de correr y dejarlo, pero de verdad, yo me encontraba fenomenal, así es que me guiaba por mi cuerpo.
A pesar de encontrarme bien, mi cabeza tenía miedos y yo quería ser muy prudente. No sabía cómo iba a reaccionar mi cuerpo tras un esfuerzo tan sobrehumano como correr 42195 metros.
Por fin llegó Octubre. Llegamos a Chicago con vuelo directo el miércoles. Tiempo suficiente para hacer turismo, aclimatarse, quitarse el jet-lag y estar listo para la carrera.
Lo primero que nos encontramos fue un sorprendente calor, para lo que puede llegar a ser esta ciudad. Estaríamos como en Madrid, en torno a los 28º y los pronósticos para la carrera eran los mismos. La hidratación iba a ser fundamental. Corrió por mi mente el mal episodio de Paris, donde el calor, también inusual en esa ciudad y ese mes, pasó factura.
El jueves, tras mi último entrenamiento en el gimnasio del hotel, estuvimos de compras, andando mucho visitando los lugares típicos, etc…Ya se sabe, que además de lo que es la carrera en sí, aprovechamos estas salidas para hacer turismo, y claro, eso las piernas no lo llevan muy bien, pues se cargan en exceso y luego pasa factura.
El jueves, fuimos a recoger el dorsal a la Expo – Pabellón McCormick. Aquí, se vio el primer gran detalle de esta maratón. Había autobuses gratuitos para bajar a la gente desde downtown Chicago al pabellón. Era todo un gran detalle. En principio, salía desde la tienda de Nike, en Michigan Avenue. Nosotros estábamos a pocas manzanas y hacia allí nos dirigimos. Había voluntarios en frente de la tienda, y nos dirigieron una calle mas abajo para coger los autobuses. En 15 minutos nos dejaban en el pabellón. Estuvimos casi toda la mañana, recogiendo el chip, dorsal, camiseta, fotos, merchandasing y disfrutando del ambiente que allí se vivía.
Tras abandonar el pabellón, hicimos una visita al barrio chino, donde probamos la comida china-vietnamita, y posteriormente seguimos con nuestro turismo por la ciudad.
El sábado, intenté recuperar algo el tono muscular y no dedicarme tanto al pateo de la ciudad, pero las piernas ya estaban muy cargadas y solo pude, al menos, no cargarlas más.
Por fin llegó el domingo, la carrera empezaba a las 7:30, por lo que debíamos madrugar un poco, para desayunar y hacer los preparativos típicos de antes de la carrera, vaselina en los pies y partes donde puedan producirse roces, colocación del dorsal, colocación del chip, alimentos energéticos a tomar, liquido powerade, con azucares añadidos, etc…
Aquí vino el segundo gran detalle de la carrera. El hotel de 4 estrellas decidió adelantar la hora del desayuno a las 5:30 am!!. Sí, el horario normal eran las 7 am, pero, para poder dar servicio a los corredores allí alojados, adelantó el horario del desayuno!! (imagina esto alguien en España??).
Tras un desayuno, no demasiado abundante, pues sobre todo era muy grasiento y evitamos problemas futuros, nos fuimos directos al metro para ahorrarnos así la pequeña caminata que tendríamos (unos 30 min), que en metro fueron 7 u 8. Además, tuvimos suerte porque el metro iba hasta la bandera y tuvimos que comprimirnos lo que pudimos para poder entrar. No tuvieron tanta suerte las paradas posteriores, porque allí ya no cabía nadie.
Sobre las 6:45am ya estábamos en el Grant Park, tomamos unas bebidas isotónicas, cogimos de repuesto para la carrera, y nos dirigimos a los corrales. Ahí vino el único pero de la carrera. No había forma de poder llegar al corral de 4h15. Estaba absolutamente colapsada la entrada (que no dentro), pero aquí la gente es muy educada y no aprieta para entrar. Así es que con estas, nos dimos media vuelta y nos dirigimos al corral de las 5h. esto marcaria algo el desarrollo de la carrera, pues nos ralentizo muchísimo los primeros 15 km, pues no hacíamos más que adelantar a gente y no podíamos coger un ritmo regular, además de gastar energía innecesariamente al tener que acelerar y frenar para pasar a la gente.
Tras el himno americano, empezaron a calentar motores, con canciones que animaban a la gente, como ese Born to Run o Sweet Home Chicago. Se dio la salida y estuvimos en espera unos 18 minutos, pero al menos empezamos a correr.
La temperatura, como se había previsto, era alta. Vamos, que para ser las 7.30 no hacia pero que nada de frio, más bien algo de calor. Luego nos enteraríamos que fue la tercera maratón con más calor de Chicago de la historia.
Tras llegara a la milla 1 nos encontramos con las chicas. Afortunadamente tenían un gran cartel para poder verlas desde lejos. El siguiente punto era la milla 3 y tampoco tuvimos problemas para verlas. La primera parte de la carrera transcurre por la parte de la Milla Magnifica, sin llegar a entrar en ella, pero se distinguen todos los rascacielos a lo lejos. Luego el camino lleva al norte de la ciudad, que aunque no es muy recomendable andar por ella en condiciones normales, corriendo no se veía nada de peligrosidad, claro. Todo lo contrario, el ambiente era espectacular, desde la primera milla, hasta la última. Una auténtica gozada. Muchísima gente, animando sin parar, bandas de música, voluntarios a miles, gente ofreciendo de todo, pañuelos, hielo, flashes helados, botellas de Gatorade, plátano, y hasta vasos con cerveza!!. Realmente increíble cómo se vive aquí las maratones y como la ciudad entera se vuelca con los participantes.
Llegamos a la milla 12, donde nuevamente nos esperaban las chicas, que distinguimos perfectamente a lo lejos. Habíamos bajado desde el norte de la ciudad por la calle La Salle. Se hacía larga, pero ya se veía al fondo nuevamente ese característico perfil de la ciudad de Chicago, y además, nos íbamos acercando a la media maratón.
Había empezado la carrera sin muy buenas sensaciones, las piernas pesadas, y enseguida note los cuádriceps bastante cargados y el tendón de Aquiles izquierdo algo rígido. No estaba yo muy seguro de si podía aguantar. Afortunadamente, los cuádriceps no fueron a más, o al menos, era bastante llevable, y para el tendón, lo mismo.
Así llegamos a la media maratón, algo lentos en tiempo, todavía adelantando a muchísima gente. El ambiente seguía siendo increíble. Tanta gente animando, uff, sólo comparable con Nueva York.
A partir de la media maratón, es cuando el cuerpo empieza a sufrir de verdad, y es cuando multitud de gente empieza a abandonar o empieza a andar, con la ilusión de, al menos, llegar antes del corte, 6h. Es cuando debes acordarte de los entrenos, que fueron largos y duros, y sobre todos, de esos entrenos que no te apetecía hacer, o bien estaba lloviendo o hacia mucho frio, y tu pensabas….si acaso, lo dejo para mañana, pero no, no lo dejabas, y entrenabas y sufrías, y eso te prepara para la carrera, porque desde luego, ahora llega el momento en que lo quieres dejar, pero eso también lo has entrenado.
Habíamos entrado nuevamente en el downtown Chicago, en lo que llaman el Loop, básicamente porque el metro o tren hace un recorrido en vuelta, o loop, que recorre esa parte tan característica de Chicago, donde se encuentra la torre más alta de Estados Unidos, la torre Sears, o Willis, como se llama ahora. La verdad, no sé el por qué del cambio de nombre.
Bueno, ahí estábamos corriendo a nuestro ritmo, o al menos, al que nos dejaban. Seguía estando llenísimo de gente. Perico empezó a sufrir mentalmente y, primero con una parada técnica para evacuar, y posteriormente, con paradas intermitentes a partir del km27 o milla 17 aproximadamente. Intenté animarle para que no se viniera abajo, estuve con el mientras andaba, viendo si se recuperaba. Me dijo que siguiera solo, pero me quede. Seguía insistiendo que fuera a hace mi carrera, pero le dije que no, que me quedaba. El quería espacio, y se lo dí. Me aleje, y me paré con los espectadores hasta que el pasó, y reanudé la carrera detrás de el, sin que el se diera cuenta. Comenzó de nuevo a correr, pero a los 300 metros paro de nuevo. Nuevamente el muro había hecho de las suyas.
Me acerqué por detrás y le dije, pero vamos, acuérdate de todos los entrenos que has hecho!, y se quedó sorprendido de verme allí otra vez y ya me repitió que le dejara, que quería disfrutar la carrera a su manera.
Después de este juego del gato y el ratón, nos despedimos y continué, no sin cierta tristeza, pero intentando poder acabar y disfrutar cuanto pudiera. Era la milla 18. Quedaban 8 nada más. Sobre la milla 19, se llegaba a Chinatown, donde habíamos comido 2 días antes, y quizá estarían allí las chicas otra vez, pero no recordaba bien el punto exacto. Pase la milla 19 y 20, y no las vi. Había mucha gente y quizá yo tampoco estaba muy atento. Me centraba al máximo en la carrera. De pronto, un grito de “David” me hizo mirar a la izquierda, y allí estaban de nuevo, qué sorpresa! Era ya la milla 21.
Pasamos por el barrio italiano, y luego cogimos la Avenida Michigan desde abajo, para realizar ya las últimas millas. Si antes decía que a partir de la media la cabeza empieza a sufrir, al igual que el cuerpo, es a partir del km 30 cuando realmente la dureza es tal, que en todo momento quieres dejarlo. Hay que estar muy fuerte mentalmente para no parar. La verdad es que, a pasar de todas la maratones que ya he corrido, y la experiencia que eso da, cada carrera es distinta, y la maratón es una carrera inhumana, de una dureza increíble, y eso es lo que pensaba yo mientras corría, porque luego solo te queda los buenos recuerdos y ese sufrimiento se va olvidando y hace que luego te plantees correr otra carrera, etc…pero durante la carrera, uff
El color hacía estragos. Los muertos andantes abundaban por las calles. Era difícil no llegar a chocarse con ellos, porque había ya cientos. Durante los avituallamientos, que habían sido cada milla y media aproximadamente, con Gatorade y Agua, y uno con gel y tres con plátanos, la gente se agolpaba como posesos intentando refrescarse como podían. Durante el recorrido también había habido muchos puntos con mangueras, tomas de bomberos abiertas, y gente que sacaba sus mangueras de los jardines y mojaban a la gente.
Yo también aprovechaba al máximo los puntos de hidratación, tres o cuatro vasos de agua o gatorade por parada, pues empezaba ya a notar gran cansancio muscular.
Llegó lo milla 24, donde sabía que había un punto de animación de Nike, con la música a tope, muchísima gente, y que te va empujando ya hacia la meta. De repente, en la milla 25, volví a ver a las chicas. Guau, que subidón! Esto ya no estaba previsto. Carmen se puso a correr a mi lado, diciendo que ya no quedaba nada. Y era verdad, ya solo 1 milla. Un último esfuerzo. Se me hizo muy larga, sabía que había que girar hacia la izquierda para volver a entrar al Grant Park, pero no veía el giro, seguía recto y recto, parecía que no acababa nunca. Por fin llegó el giro a la izquierda, y, sorpresa, la subida más dura de todo el circuito, venga último esfuerzo, coger posición en la recta de llegada para que te pillen bien los fotógrafos y objetivo conseguido. Tercera Major acabada.
La salida del complejo fue excelente. Fueron dando más agua, Gatorade, plátanos, una manta térmica, todo mientras andabas, y como no, la medalla, que te hacia sentir menos el cansancio. Me hice alguna foto oficial y me dirigí al metro para volver al hotel.
Y aquí viene el tercer punto curioso de esta maratón. Tras llegar a la parada, no sin esfuerzo, cojo la boca del metro giro y, tachan, 30 escalones que me estaban esperando, guau, como se lo van a pasar mis cuádriceps. Una vez abajo me doy cuenta que no hay taquillas, y los tornos van hasta el techo…no hay manera de colarse. Lógicamente había contemplado todas las posibilidades, porque…los 30 escalones ahora hacia arriba estaban ahí esperándome. Con resignación, y sufrimiento claro, llegue arriba de nuevo, y miré si había otra boca de metro cerca. Al no ver nada, veo que hay un coche de policía estacionado ahí mismo, y antes de que me acercara, me dice el policía : “Algún problema?” yo le explico, con el dinero en mano, que no hay taquilla, que si hay otra boca cerca, y me pregunta : “De dónde eres?”. De España. “Ya me imaginaba”, me dice en perfecto español. Me cuenta que me había visto y que veía que estaba tocado y que el había corrido el año pasado, etc…baja, que te abro, y tras bajar los ya conocidos 30 escalones, me abrió el torno y nos despedimos. Increíble! Que detalle. Lo que decía, cómo se vuelca toda la ciudad con la maratón, y el respeto y admiración que tienen a los atletas.
No fueron ni 1 ni 2 ni 3, sino muchos más, los que, durante mi recorrido hacia el hotel, me dijeron lo de “Good Job!” o “Well done” o “Congratulations”. No me sorprendió tanto, porque en Nueva York ya me lo dijeron, pero en esta ocasión fueron muchas más personas.
Por último, y para rematar esta crónica y dar otro punto sorprendente a la carrera, al entrar al hotel, me vieron desde lejos en recepción y…se pusieron a aplaudir!. No fue un aplauso rotundo, más bien corto, pero que dos o tres recepcionistas de un gran hotel te aplaudan cuando ven que llegas con tu medalla al cuello, pues es algo de agradecer y que desde luego te emociona.
No querría acabar esta crónica sin los agradecimientos especiales, que en este caso, los haré extensivos a todos los que me apoyáis día a día y me dais ánimos a vuestra manera, pero quisiera hacer una mención y agradecimiento especial al Doctor Esteban Rodríguez de Barrios, que fue el que me operó, el que me recuperó y el que sin saberlo, me animó a seguir corriendo, haciéndolo todo de forma muy sencilla y simplificando los problemas y las dolencias al máximo. Sin el, y su buen hacer, no hubiera podido continuar con mi reto de las maratones. Gracias.
Gracias también a las monjas de Peñaranda que con sus rezos hicieron que mi operación fuera perfecta, y la recuperación también.
Nos vemos en la próxima….
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