- Antecedentes
Tras la decepción de no poder participar juntos en la carrera de los 100km,
Nacho y yo planificamos hacer algo más juntos, antes de que acabase el año. Y
nos decidimos por la Maratón de Valencia.
Los meses de entrenamiento concluyeron, atrás quedaron cientos de
kilómetros recorridos, muchas fueron las horas empleadas, compartimos sueños,
ilusiones, muchas confidencias, en definitiva momentos inolvidables, que a fin
de cuentas es lo verdaderamente importante.
En esta ocasión, no íbamos a ir de reservones. Nos la jugábamos a una
carta. Todo o nada. Queríamos batir nuestros propios records. Saldríamos a por
todas. Nadie podría decir que no lo habíamos intentado. Luego que saliera bien
o mal, sería otra historia.
La historia
Llegamos a Valencia el sábado. Dejamos las cosas en el hotel, que estaba
situado a escasos 300 metros de la línea de salida. Qué gozada!! El tiempo de
momento, nos respetaba. Unos 20º, con sol y nubes, cuando la previsión era de
lluvia todo el fin de semana, incluyendo las horas de la maratón.
Nos fuimos a cargar energías para el domingo, con una paellita en la
Malvarrosa. Espectacular!! Qué rico. Comer viendo la playa, disfrutando de un
momento de relax, charlando sobre la carrera que íbamos a disputar. Salimos a
dar un paseíto por la playa, bajar el arroz que nos habíamos tomado y disfrutar
del buen tiempo que nos estaba haciendo.
Posteriormente nos dirigimos a recoger el dorsal. La Expo, estaba situada
en la Ciudad de las Artes, en el Museo del Príncipe Felipe y el Hemisferic. Expo
discreta, algo de merchandasing, pero animada, con gente, una banda tocando en
el exterior. La recogida del dorsal rápida, sin colas, al igual que la bolsa
del corredor. Nos hicimos algunas fotos y Nacho y yo decidimos descansar un
poco en el hotel.
Aunque esa era la idea, nos acercamos primero a ver la zona de la salida,
para ver si iban a colocar cajones de salida por tiempos, situación, etc…para así
no tener que salir con prisas por la mañana.
Tras 30 minutos de “descanso” en el hotel – más bien fue de preparación del
material para el día siguiente -, nos fuimos a ver una película en 3D en el
Hemisferic. La verdad es que los dinosaurios y monstruos marinos parecía que te
comían!!
A las nueve, nos fuimos a celebrar la Cena de la Pasta. Y justo, empezó a
llover.
Regresamos relativamente tarde al hotel, sobre las 23:30. Todos bastante
cansados, del dia tan largo que habíamos tenido.
A las 6:45 tocó diana. Había quedado con Nacho para desayunar a las 7.00.
el desayuno era inmenso…la pena, es que no se puede comer todo lo que uno
quisiera…y hay ciertos alimentos que no se pueden tomar antes de un maratón.
A las 8:30 salimos para la línea de salida. Había estado lloviendo toda la
noche, de forma generosa y había grandes charcos en las calles, pero parece que
amanecía con más claros que nubes….al menos de momento. Asi es que, en camiseta
corta y sin chubasqueros ni bolsas de basura, ni nada!!. Ya había 16º.
Entramos en el cajón que nos correspondía. Nos habíamos situado con la
gente de 3h:30. Había salido el sol, y la situación de la línea de salida, en
plena Ciudad de las Artes, junto con la salida de la gente que iba a corres los
10km, creaba un ambiente espectacular. A las 9 en punto, lanzan las típicas
tracas valencianas y…sale la gente del maratón. SALIDA NULA. Nunca nadie había
vivido algo como esto. Tienen que parar a la gente y volver a retrasarnos a
todos. Aglomeraciones, resetear los tiempos de los que habían pasado….total, 5
minutos de retraso y algún que otro cabreo, sobre todo, los que estaban situados
en las primeras líneas. Los corredores de 10km, salieron bien, sin problemas.
La familia estaba esperando nada más pasar el puente, las primeras fotos y
ya a concentrarse.
Salimos con ganas, con fuerzas. Desde el primer momento se podía coger
ritmo, y hasta Nacho me decía que fuera controlándome, pero iba con muchas
fuerzas en ese momento.
Los kilometro pasaban rápido, y el ritmo era constante. De momento, el plan
era perfecto. Habíamos salido sin reservarnos nada. Pronto alcanzamos al globo
de las 3:30, y hasta estuvimos tentados de pasarle, pero al final, decidimos
quedarnos ahí, y que nos sirviera de referencia.
Llegamos al km15, corriendo siempre por debajo de 5min/km, y ese kilometro
lo hicimos a 4:47. Ahí yo vi que iba pasado un punto de lo que yo podía dar.
Nacho iba muy fuerte. Me iba a desfondar y ya le dije que tirara solo, que no
quería retrasarle, que yo necesitaba, 3 segundos más por km.
Sobre el km 20, yo ya notaba las piernas muy cargadas. Los cuádriceps
empezaban a molestarme, y quedaba más de la mitad de la carrera!!
Pasamos la media maratón el 1h45, tal y como habíamos planificado. Hasta
ahí, yo sabía que iba a poder aguantar. Luego de ahí al km30, sabía que tenía
que sufrir.
Le repetí a Nacho que
tirase, que yo iba ya cargado y sabia que la marca 3h30 no era para mí. Aguanté
como pude hasta el km 25, y ahí, entre que Nacho tenía que hacer una parada
técnica y yo quise pararme a estirar, nos separamos. A partir de ahí, cada uno tenía
que hacer su carrera. Habíamos pactado que haríamos la carrera juntos todo
cuanto pudiéramos, pero llegados a un punto como este, el que se encontrase
bien debería correr, es la ley del Maratón.
17 km, son muchos km para hacer cuando uno tiene las piernas contraídas y
con dolores. No iba a ser una tarea fácil. Por eso, intente ponerme metas en mi
mente a muy corto plazo, para no ver la distancia en global. Y empecé a
recordar cómo iba a titularse este relato: el dolor dura unos días, la gloria
es para siempre.
En el km 27, se pasaba por unos túneles, donde habían colgado altavoces en
la salida y en la entrada y tenían música puesta, y retumbaba por todo el
túnel. Era un subidón. La verdad es que estaba todo muy bien montado, mucha
animación, bandas, música, gente disfrazada animando, todo fenomenal, de 10.
Mi primera meta parcial, era el km 32. Ese era el segundo punto donde había
quedado con la familia. La hora estimada ahí, era de 2h45, por lo que me
esforzaba por llegar ahí en ese tiempo, porque si no, quizá pensaran que no me
había visto y se fueran al otro punto, máxime, cuando seguramente vieran a
Nacho y no supieran si yo iba delante o detrás.
Llegué a la curva donde debían estar. Estaba abarrotada de gente, como en
casi toda la carrera. Qué gran actitud la del público de Valencia. Ya podría aprender
Madrid.
Y no las vi….fueron unos segundos de bajón, pero pasados 20 metros, ahí
estaban!! Qué alegría. Había cumplido ese primer objetivo.
Me quedaban 10km, pero mis piernas iban muy mal. Muchos dolores y
calambres, y cada 2-3km tenía que parar a estirar y reponerme. Tenía que
sufrir. Eran muchos los corredores que había a mi alrededor con problemas
parecidos a los míos, bien que ya estaban lesionados e iban andando, bien con
calambres, y se iban parando a estirar como hacía yo.
Oía comentarios sobre que hacía mucho calor y humedad, y que por eso la
gente estaba deshidratada. Yo no notaba nada en especial, pero sí es verdad que
decidí beber todavía más y más en cada punto de avituallamiento. Daban agua,
powerade, geles energéticos en el km20 y 30, plátano cortado, orejones y
naranjas. Tengo que volver a repetirlo: Que buena organización!!
Las bandas seguían tocando y animando a los corredores, y el publico
animaba sin parar. Otro pequeño gran detalle es que en el dorsal teníamos
escrito nuestro nombre, por lo que la gente te animaba por tu nombre y por
ello, a pesar del dolor, seguías corriendo.
Sobre el km40 estaba el último punto de encuentro. Yo se que ya llevaba muy
mala cara. Una cara de dolor, de cansancio, de sufrimiento. Como pasó en el km
32, no las vi en el punto exacto, sino unos metros más adelante. Pero siempre
es una gran alegría recibir unos ánimos en eso momentos complicados.
Pensaba en Nacho. Estaba convencido de que iba a mejorar su marca personal.
Le había visto muy fuerte.
En el km 41, ya se entra en lo que es la Ciudad de Las Artes. Es una
llegada muy bonita. Animada, con mucha gente, aunque se hace larga. Bueno,
quizá para los que llegamos cansados!!. Me acordé de Begoña, y ofrecí mi
sufrimiento del km 42 por ella. Nunca podre olvidar esa imagen, ese recuerdo
del km 21 en Paris, cuando se puso a correr con nosotros y nos iba animando.
Fue tan sorprendente y tan emocionante. Así es que corrí con ella y por ella
esos últimos metros.
La llegada es espectacular, en alfombra azul, entre los lagos.
Nada más llegar, me encontré con Nacho, y nos abrazamos. Ambos habíamos
mejorados nuestras marcas. Lo habíamos logrado.
Acabé en 3:50, 5 minutos por encima de lo que había planificado. Un sabor
agridulce. Contento con la mejora de la marca personal, pero disgustado porque
mis piernas no aguantaron como debían. Habían sido muchos días de entrenos,
muchos km semanales, más que nunca.
Ahora, con el dolor todavía en las piernas, no creo que vuelva a intentar
una mejora de marca. Son muchas horas de esfuerzo para que luego pueda o no
pueda salir bien.
La línea que separa el: no pasarse, del: apretar y pagarlo, es muy delgada,
con lo que puede resultar fácil pasarse o quedarse corto. Al contrario que en
otros maratones, en este me ha quedado la sensación de haberlo dado todo,
(durante la primera parte de la carrera). Sea como fuere estoy contento y satisfecho.
Una vez más he
comprobado que correr con la compañía de amigos es parte muy importante para el
buen devenir de la carrera, y ni que decir tiene de los ánimos de familiares y
amigos que se llevan otro buen porcentaje en cuanto al resultado final se
refiere.
De momento me plantearé hacer las maratones para un mayor disfrute de la
carrera, visitando la ciudad, corriendo por sus calles, y sin tanto dolor….aunque
la gloria, me ha quedado para siempre.
Y así acaba la
temporada 2012, con 4 medios maratones, 2 maratones, una prueba de 100km y un
medio ironman. Para la próxima temporada, quiero centrarme en un nuevo gran
reto: ser finisher en un Ironman. ¿Lo lograré?
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