Pues a
Zaragoza que nos vamos, sí. Casi sin planificar, buscando maratones
alternativas para ir completando el calendario. Palencia este año se canceló,
por lo que, dos meses y pico sin maratones parecía excesivo….jajaja
Dio la
casualidad que adelantan esta maratón al mes de Abril, cuando habitualmente era
en Septiembre, así es que, decidimos que podía ser una buena oportunidad para
conocer una nueva carrera y mantenerse en forma para la Maratón de Madrid, que
será 3 semanas más tarde.
Como novedad
y/o inconveniente, era que acababan de darnos un perro guía para su educación
durante 1 año. Así es que mi descanso últimamente era poco…y además, Woly, que así
se llama la cachorra, dormiría con nosotros – el hotel admitía mascotas.
Fue un viaje
de ida/vuelta prácticamente. Algo paliza, por tanto. Llegamos sobre las 12 a la
Expo, situada en la Universidad de Zaragoza. Pobre, muy pobre. Un pabellón para
recoger el dorsal y el resto, en la calle. Muy mala impresión.
Allí quedamos
con el resto de los viajeros maratonianos, David y Sol, y Marta/Nacho, que
también corría. Tomamos un pequeño aperitivo y nos separamos de Marta y Nacho,
que tenían compromisos familiares.
El hotel,
estaba situado al lado de la Pilarica, es decir, al lado de la Salida/Meta. Excelente
localización.
Comimos por la
zona. Curioso es que en estos sitios, nos ponían de comer lo que ellos
sugerían…era como si no hubiera carta…decidían por ti. Nos reímos un montón.
La tarde, la
pasamos paseando, conociendo un poquillo Zaragoza. Hacia buen tiempo y era
agradable.
Tras la
tradicional cena de la pasta, fuimos a dormir pronto, que el maratón empezaba a
las 8:00 y había que pegarse un buen madrugón.
Entre el perro
y los nervios habituales, no conseguí dormir demasiado, por lo que ya me
levanté cansado, muy cansado. El hotel había ofrecido ¡gratuitamente! un
pequeño desayuno para los maratonianos, bollería, frutas, zumos, agua…No estaba
nada mal
Nos dirigimos
hacia la salida. Poco ambiente, unos 1000 corredores tan solo. Fresco mañanero,
pero podía ser mucho peor siendo Zaragoza, lugar conocido por sus
“exportaciones” de frio a otros lados del planeta…jajaja
Con poco convencimiento,
salimos. Creo que se me iba a hacer muy larga la carrera. Pero una vez puestos,
me concentro y a por ello. Los primeros km discurren por la zona de la “Expo”
de Zaragoza. Me gustó recordar viejos tiempos. Hace mucho viento. Va a ser
duro. Pero no hay excusas.
Nacho no entra
en carrera, dice. Hace su primera parada técnica en el km 8, y tengo la
sensación, como que me va a abandonar. No se…
Afortunadamente,
en el km9 estaban nuestros animadores y sobre el km 10, había un ida/vuelta
donde nos cruzábamos los corredores, por lo que pude calcular mentalmente sobre
a qué distancia venía Nacho.
Por fin, sobre
el km 12, conseguimos enlazar. Esos 4km me produjeron cierto cansancio mental.
No saber cómo afrontar la carrera, si esperar, aflojar o seguir a mi ritmo.
Bueno, el caso es que nos habíamos agrupado. Su siguiente parada técnica ya fue
sobre el km 20, pero ya con mejores sensaciones, y sabiendo que enlazaría
conmigo fácilmente. Habíamos ya comenzado un recorrido por un parque, con
ciertas cuestas y poca animación, por lo que junto con el viento,
desmoralizaban bastante. No había un cansancio excesivo, pero sí los kilómetros
se iban notando en el cuerpo.
Sobre el km
28-30, notamos que el grupo de las 4h se nos acercaba por detrás, por lo que
apretamos un poco para no ser absorbidos.
Era un grupo
muy numeroso y sería complicado poder correr ahí juntos. Mejor a nuestro aire.
Sobre el km 34, ya el grupo finalmente nos da caza, pero corremos en cabeza. Va
guiado por una chica que no para de dar ánimos, gritando y con cara de poco
esfuerzo. Qué envidia. Eso nos hace que aguantemos el ritmo. El grupo se ha
reducido bastante en número, pero seguimos siendo unos 15-20 corredores. Nos
mantenemos en cabeza.
Sobre el km
38, nos acercamos ya mucho a la Pilarica. Parece que estemos ya ahí, pero no,
la carrera vuelve a girar y nos saca nuevamente del centro, dándonos
fuertemente el viento. Eso, junto con el ritmo más elevado que estábamos
llevando, me pasa factura. Noto como una pájara. Un vacío energético. Sólo
había tomado un gel, sobre el km25, y había decidido no tomar el gel del 34.
Fallo. Los 2 últimos kilómetros iba a sufrir. Nacho en cambio es cuando mejor
se siente. Iba pletórico, hablando, saludando. Yo con la cabeza gacha. Mala
sensación. Como siempre, me espera, corriendo a mi lado, a pesar de que le digo
que siga él. Gran compañero.
Aprieto los
dientes como puedo. La guía, nos espera a falta de 500metros a unos cuantos
rezagados del grupo de 4h, como nosotros y nos anima a seguir y llegar por
debajo de ese tiempo.
Cruzo la meta
y me emociona volver a llegar y acabar una maratón. Cómo es este deporte!! Sensación
agridulce, por ese bajón en los últimos kilómetros. Quizá por la falta de
energía. Quizá por un bajón en el rendimiento tras un mal descanso durante los
últimos días y semanas. Cualquier pequeño detalle afecta, y mucho, en este tipo
de carrera tan exigente.
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